«La puerta de la fe está siempre abierta para nosotros. Atravesar esa puerta nos abre un camino que dura toda la vida». (Benedicto XVI)
Monseñor Rubén Salazar Gómez, Arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia, ha realizado para la revista mensual el Misal popular, de la casa editorial Hijas de San Pablo, una interesante presentación del año de la fe, a partir de la Carta Apostólica de su Santidad Benedicto XVI Porta fidei, exponiéndonos los seis llamados que el Santo Padre hace a todo el pueblo cristiano con el propósito de lograr una participación activa de todos los fieles en este gran acontecimiento, e impulsarnos a escuchar la voz de Dios siempre viva en la Iglesia.
A continuación, les presento una síntesis del texto de Monseñor Rubén Salazar Gómez, deseando que sea para todos una herramienta que nos ayude a comprender mejor el sentido de este gran acontecimiento de nuestra Iglesia Católica.
El Papa Benedicto XVI nos convoca a los católicos a vivir un Año de la fe, mediante su Carta Apostólica Porta Fidei (PF). No es la primera vez que la Iglesia está llamada a celebrar un Año de la fe. Pablo VI, proclamó uno en 1967 para conmemorar el martirio de los apóstoles Pedro y Pablo. Fue un momento solemne para que en toda la Iglesia se diese una auténtica y sincera profesión de la fe apostólica. Ésta era la manera en que toda la Iglesia podría adquirir una exacta conciencia de su fe, para reanimarla, purificarla, confirmarla y confesarla. (cf. PF, n.4)
El Papa Benedicto XVI nos convoca a los católicos a vivir un Año de la fe, mediante su Carta Apostólica Porta Fidei (PF). No es la primera vez que la Iglesia está llamada a celebrar un Año de la fe. Pablo VI, proclamó uno en 1967 para conmemorar el martirio de los apóstoles Pedro y Pablo. Fue un momento solemne para que en toda la Iglesia se diese una auténtica y sincera profesión de la fe apostólica. Ésta era la manera en que toda la Iglesia podría adquirir una exacta conciencia de su fe, para reanimarla, purificarla, confirmarla y confesarla. (cf. PF, n.4)
Un Año de la fe, es valioso ante nuestra realidad: en la actualidad muchas personas son afectadas por una profunda crisis de fe. Es necesario proponer una nueva manera alegre y renovada de vivir la fe y el encuentro con Cristo a la que ella conduce. (cf. PF, n.2) El Año de la fe, es entonces la manera como el Santo Padre quiere ayudarnos a responder a dicha exigencia.
El Año de la fe se celebrará del 11 de octubre de 2012 al 24 de noviembre de 2013.La fecha de inicio del Año de la fe coincide con:
1- El aniversario número 50 de la inauguración del Concilio Vaticano II, el cual dio un nuevo rostro y vitalidad a nuestra Iglesia actual.
2- Los 20 años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica que ha ilustrado a todos los fieles la fuerza y la belleza de la fe.
3- El Papa ha convocado el sínodo de los Obispos, para el mes de octubre, sobre el tema de la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana.
Para una celebración activa del Año de la fe, el Papa nos hace:
1. Un llamado a la conversión:
Dios, en el misterio de la muerte y resurrección del Señor, ha revelado en plenitud el Amor que salva, y llama a los hombres a la conversión de vida mediante el perdón de los pecados. Este Amor lleva al hombre a una nueva vida. Gracias al acto de fe se llega a la plena realización del plan que Dios tiene para cada hombre.
2. Un llamado a profesar la fe:
el Año de la fe busca suscitar en todo creyente la aspiración a confesar la fe con alegría y vigor, con confianza y esperanza. Redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada, y reflexionar sobre el mismo acto con el que se cree, es un compromiso que todo creyente debe hacer propio. La misma profesión de fe es un acto personal y al mismo tiempo comunitario.
3. Un llamado a la misión:
Con su amor, Jesucristo atrae hacia sí a los hombres de cada generación: en todo tiempo, convoca a la Iglesia y le confía en anuncio del Evangelio, con un mandato que es siempre nuevo. Hoy es necesario un compromiso eclesial mas convencido en favor de una nueva evangelización, para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe. La tarea es comunicar a los demás la Buena nueva del Evangelio, que llena de plenitud la vida de todos los hombres.
4. El llamado a la comprensión de la fe:
Los contenidos de la fe que profesamos y que se han de creer, deben encontrar en nosotros un corazón abierto por la gracia para mirar y comprender en profundidad que lo que se ha anunciado es la auténtica Palabra de Dios hecha hombre en Jesucristo. Para ello la Iglesia nos ofrece un regalo precioso e indispensable: El Catecismo de la Iglesia Católica, el cual manifiesta la riqueza de la enseñanza que la Iglesia ha recibido, custodiado y ofrecido en sus dos mil años de historia.
5. Un llamado a recorrer la historia de nuestra fe:
Contemplar el misterio insondable del entrecruzarse de la santidad y el pecado: La santidad pone de realza la gran contribución que los hombres y las mujeres han ofrecido para el crecimiento y desarrollo de las comunidades, a través de su testimonio de vida. El pecado debe suscitar en cada uno un sincero y constante acto de conversión, con el fin de experimentarla misericordia del Padre que sale al encuentro de todos.
6. Un llamado al testimonio de la caridad:
La fe sin caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento dudoso. La fe y el amor se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino. Gracias a la fe podemos reconocer, en quienes pidan nuestro amor (ayuda), el rostro del Señor sufriente y resucitado. Es la fe la que nos permite reconocer a Cristo y es su mismo amor el que impulsa a socorrerlo cada vez que se hace nuestro prójimo en el camino de la vida.
En conclusión, vivir con gozo y compromiso el Año de la fe, debe hacer más fuerte nuestra relación con Cristo, con la Iglesia, con la Palabra de Dios, con la Santísima Virgen María, con nuestras familias y seres queridos, con los enfermos y ancianos, con los más pobres y necesitados, con nuestras comunidades; y debe hacer florecer sentimientos y esperanzas de perdón, reconciliación y paz. Éste acontecimiento además, debe impulsarnos a buscar con ansia y prontitud el amor misericordioso del Señor, pues solo en Él tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un amor auténtico y duradero.
José Luís Quintero / Seminario Mayor de Cartago.
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