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Yo estaba en Pisa (Italia) cuando los aviones chocaron contra las torres gemelas de Nueva York. El pánico en Europa era explicable; pero el caos en los EEUU era lo peor.
Cuando un animal tiene miedo y se siente acorralado, es cuando más peligroso se torna. El miedo es un mecanismo de defensa que no se compara con las sutilezas con las que los seres humanos solemos enfrentar el día a día. El miedo nos eriza y nos pone frente a las alternativas que suponen conservar la vida, la integridad física o los bienes. Pero el miedo tiene efectos colaterales imprevisibles y que, al afectar a otros, se convierte en una peligrosa cadena de reacciones.
Los americanos heridos no sólo en su orgullo nacional, sino de manera contundente en sus centros de poder iniciaron una persecución de sus agresores (los Talibanes de Bin Ladin) con toda la fuerza de su poder y de su inteligencia. Crearon la "seguridad nacional" como un conjunto de leyes y de procedimientos, no siempre santos, para protegerse, intentando cerrar todos los cercos para que el enemigo permanezca a raya y no pueda acceder a su territorio. Al mismo tiempo pusieron bases de apoyo en sus aliados, y una cárcel en Cuba, para cobrarles a sus agresores, las pérdidas en el ataque a su soberanía nacional. La guerra en Afganistán y su omnipresencia en Pakistan son el campo de batalla de una confrontación interminable, que hunde profundamente sus raíces en la vieja lucha entre moros y cristianos de la edad media. Ellos se han blindado hasta los dientes hacia afuera, y su contundencia es patente; tan clara que ya mataron al líder de la confrontación (Bin Ladin) aunque les quedan todavía mucho talibanes por neutralizar.
Pero qué sucede cuando en el patio trasero de la casa, cualquiera puede ser el enemigo del estado y de la "seguridad nacional"? Qué sucede cuando un ciudadano, al interior del cerco amurallado de la "seguridad nacional", es el peligro inadvertido que se agazapa para matar a los más débiles (los niños y los jóvenes) o a los más importantes (al presidente o sus funcionarios) ? Dónde está el "roto" de esta imprevisión? La respuesta es simple: en las armas al alcance de la mano.
Es como el padre de familia que blinda la casa para que los ladrones no le roben su patrimonio, pero ignora que uno de sus hijos es el más ladrón de la cuadra. Luz de la calle, oscuridad de la casa. Han previsto la guerra dirigida vía satélite, pero no han previsto la salud mental de los ciudadanos acorralados por la "seguridad nacional", que ha convertido el país en una inmensa cárcel, en la que todo es susceptible de ser una amenaza a la "seguridad nacional". Han perdido la alegría. Están amenazados las 24 horas; el mundo es su potencial agresor; todo da miedo.... y detrás de las sonrisas triunfales de sus estrellas se esconde el miedo de que se rompa la acorazada tela de la "seguridad nacional". Se han blindado con el miedo, peligrosa manta que despierta los peores sentimientos y acompaña las peores acciones.
Cuando nuestra relación con los vecinos es el miedo, entonces los vecinos están bajo sospecha; sus movimientos son vigilados, y existe la tentación de ir hasta sus casas para buscar en todos los rincones aquello que nos atemoriza, así haya que entrar a lo bestia, a sangre y fuego, porque nos sentimos con derecho a protegernos de los potenciales peligros que se esconden detrás de sus fachadas y de sus amables sonrisas, y entonces nuestras vidas se convierten en una zozobra de la cual sólo es posible salir neutralizándolos. Eso es lo que inocula en el mundo esta "seguridad nacional": el miedo.
Padre Juan Carlos Díaz C.
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